Esta semana, desde la división del sector público de ALTEN, asistimos en EPITECH (Escuela Universitaria de Informática en el centro de Madrid) a la sesión “Más allá de los algoritmos: Innovación, IA y computación cuántica”, donde Inés Ovejero y Lucas Alaniz nos contaron de primera mano qué está haciendo INECO, un importante cliente de ALTEN.
Inés nos presentó el modelo de innovación en INECO. Me pareció especialmente interesante la iniciativa Garaje Tech, que en apenas dos años se ha consolidado como un espacio para el lanzamiento de nuevas ideas, prototipos y experimentación, acercando la innovación a las personas que están más cerca del día a día de los proyectos.
Por su parte, Lucas, además de recordar el enorme potencial de la IA (algo que todos tenemos ya muy presente), puso el foco en algo de lo que se habla menos: los límites actuales de la IA. Entre ellos, destacó:
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Los problemas combinatorios donde una “buena aproximación” no basta.
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El coste energético de entrenar modelos cada vez más grandes.
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La dificultad de confiar plenamente en decisiones opacas en contextos críticos.
Lucas es autor del estudio Modelado de algoritmos cuánticos para la simulación de redes neuronales biológicas, donde explora precisamente cómo aprovechar estos principios cuánticos en el campo de las redes neuronales. A partir de ahí, nos llevó de forma muy natural a una posible vía de respuesta: la computación cuántica como siguiente salto. Para ciertos problemas donde necesitamos certeza, y no solo aproximación, hará falta mucha más capacidad de cómputo. Ahí entran en juego conceptos como la superposición, el entrelazamiento y la interferencia.
Hoy, los grandes actores (IBM, Google, IonQ…) trabajan ya con procesadores de decenas a unos cientos de qubits, todavía lejos de los miles o millones necesarios para aplicaciones masivas, pero con una hoja de ruta clara que marcará la próxima década. En respuesta a una de mis preguntas durante la sesión, Lucas apuntaba que en unos cinco años podríamos ver la computación cuántica como una realidad cotidiana, de forma similar a cómo hoy percibimos la IA generativa. Personalmente, creo que el cambio (y los riesgos) que esto puede traer aún está muy por encima de lo que somos capaces de imaginar.
Un lujo poder escuchar estas reflexiones directamente de quienes están empujando esta innovación desde el sector público.

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