lunes, 17 de noviembre de 2025

El trozo de madera que cambió la Ingeniería del Software

Si hoy nos pidieran realizar una lista de los inventos más influyente para la ingeniería del software, casi todos empezaríamos a pronunciar las palabras mágicas de inteligencia artificial, las redes neuronales, el conocimiento profundo... o los que tenemos más años podríamos hablar del paradigma de orientación a objetos, las herramientas CASE,... Si te das cuenta, todo software, como por otra parte es lógico, pero justo hoy hace 55 años que un pequeño dispositivo hardware influyó (y de qué manera) en lo que hoy es nuestra disciplina. 

Primer prototipo de ratón tallado en madera a principios de los años 60.

El 17 de noviembre de 1970 se concede en Estados Unidos la patente “X-Y position indicator for a display system” a Douglas Engelbart: un pequeño dispositivo que, al moverse sobre una superficie, hace desplazarse un cursor en la pantalla. Dos ruedas en ángulo recto, un par de potenciómetros y un cable hacia el ordenador. Eso es todo. Años después el mundo lo conocería simplemente como el ratón.

Lo interesante no es solo el invento en sí, sino el cambio de mirada que fuerza en nuestra disciplina. Hasta entonces, el ordenador era sobre todo texto: tarjetas, consola, comandos. Con el ratón aparece la idea de señalar y manipular objetos en pantalla. De repente, el software ya no es solo una secuencia de instrucciones; empieza a ser un espacio de interacción en el que la persona explora, prueba, se equivoca y vuelve atrás.

Ahí se abren varias brechas a la vez. Por un lado, las interfaces gráficas pasan a primer plano y la “pantalla” deja de ser algo que se maqueta al final del proyecto. Los requisitos empiezan a incluir flujos, estados, expectativas, no solo “funcionalidades”. Por otro, la arquitectura se reorganiza alrededor de eventos de usuario, componentes visuales, patrones como MVC y compañía, que nacen precisamente para domar esa nueva complejidad interactiva.

Y, en paralelo, aparece toda una disciplina dedicada a tomarse en serio lo que ocurre entre la persona y la interfaz. Gente como Jakob Nielsen, cofundador de Nielsen Norman Group y uno de los grandes pioneros de la usabilidad moderna, lleva décadas evangelizando sobre pruebas con usuarios. Su mensaje, en el fondo, encaja perfectamente con la intuición original de Engelbart: si vamos a construir sistemas cada vez más potentes, más nos vale que sean utilizables en la práctica.

Desde ahí se disparan muchas de las líneas que hoy damos por naturales en ingeniería del software: UX, diseño centrado en la persona, pruebas de usabilidad, investigación con usuarios, herramientas visuales para desarrollar, depurar y modelar sistemas. Todo apoyado en algo tan simple como poder mover un puntero con la mano y ver cómo responde el sistema al instante.

Si hace apenas 55 años un pequeño invento transformó nuestra disciplina y abrió un gran abanico de líneas de investigación en ingeniería del software, no debería sorprendernos que hoy se estén invirtiendo miles de millones de euros en la que apunta a ser la próxima gran disrupción en la interacción hombre-ordenador: la voz como interfaz principal. Con la velocidad del cambio actual, no tendremos que esperar 55 años para ver una enorme transformación en cómo interactuamos con el software, y supuesto, como cambiamos nuestros procesos de desarrollo para adaptarnos a ello.

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