Repasando mis notas de la I Jornada de Calidad de Producto Software celebradas el pasado noviembre en el Campus de la U. Carlos III en Leganés, encontré una cita de Jesús Cano Carrillo (Jefe de Área del Servicio de Informática del Tribunal Constitucional) que según mi libreta venía a decir lo que el título de este post. De las muchas e interesantes cosas que se dijeron en los dos días que duró la jornada esta cita probablemente pasara desapercibida, pero analizando de nuevo mis notas me lleva a la siguiente reflexión.
"Aportar calidad al producto software supone aportar calidad al ciudadano"... Ya sea por un futuro ahorro de costes en mantenimiento, por la posible criticidad del software contratado o por las horas de técnicos de operaciones luchando por mantenerlo "levantado" ... lo cierto es que la calidad del producto, como decía Jesús Cano, es calidad para todos. Podemos deducir por tanto que nuestras administraciones deben hacer un esfuerzo en contratar productos de calidad para cumplir con su misión principal: la calidad de vida de sus ciudadanos.
Ahora bien, ¿Qué es un producto "de calidad"? Como acostumbra a decir mi colega Javier Garzás (ponente y organizador del evento) "Que funcione no quiere decir que esté bien hecho". Esto, que todos tenemos tan claro en el mundo físico... en el mundo del software suele hacer aguas. Me explico: si vas a comprar un coche de segunda mano, pruebas el producto dando la vuelta típica en la que apagas la radio e intentas analizar los ruidos del motor, ademas tocas todos los botones para verificar que los "automatismos" funcionan, pero por supuesto miras el motor (o haces que un experto lo mire por ti, si no tienes mucha idea de lo que ves al subir el capó, como es mi caso...). Además, si el coche incorpora ordenador de abordo (algo ya muy común) lo llevas a un concesionario para que te den un informe detallado de cualquier anomalía interna... Sin embargo, en el mundo del software, me temo que en la mayoría de los casos nos basamos en la vuelta de comprobación, pocas veces se levanta el capó y menos aún se solicita un informe a un centro experto.
Justamente en una de las ponencias del día anterior Moisés Rodríguez (Director de Alarcos Quality Center) nos explicaba que en España ya contamos con el primer laboratorio acreditado bajo la norma ISO/IEC 17025 para la realización de ensayos de evaluación de la calidad de aplicaciones software.
En Alarcos Quality Center, nos contó Moisés, se basan en el conjunto de normas ISO 25.000 SQuaRE (que vienen a unificar a las antiguas 9126 y 14598) para realizar sus evaluaciones (por el momento están acreditados para la característica de la mantenibilidad).
Personalmente hay dos aspectos que me hacen confiar en la competencia técnica de este laboratorio, por un lado la acreditación bajo la norma UNE-EN ISO/IEC 17025 y por otro el hecho de que la dirección científica del laboratorio recaiga en Mario Piattini Velthuis. Si te dedicas a esto del desarrollo del software es muy posible que te suene su nombre ya que está entre los quince mejores investigadores del mundo en ingeniería de sistemas y software según el Journal of Systems and Software (único español de la lista). Por cierto, tuve la suerte de ser alumno suyo... el siglo pasado :-O.
La cita de Jesús Cano me lleva a preguntarme ¿cómo estamos validando la calidad del software que contratamos como ciudadanos? Esto es, ¿cómo validan nuestras administraciones (ya sean del Estado, autonómicas o locales) el software que adquieren? Si parte de la calidad que recibimos como ciudadanos depende de ello... confiemos en que acostumbran a levantar el capó o lo llevan a centros especializados. Al igual que en la compra de un coche de segunda mano, el coste del informe seguro que se amortiza de inmediato.
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